Las prestaciones que ofrecen muchos materiales biológicos no son todavía alcanzables por medios artificiales. Por ello, son numerosos los esfuerzos que se están dedicando a entender las propiedades de estos materiales y los mecanismos que las originan. La tela de araña es un buen ejemplo. Los hilos que la araña teje para la construcción de la tela y el hilo de seguridad que genera para sus desplazamientos, conocidos habitualmente por su acrónimo en inglés como hilos MAS, son las fibras más resistentes conocidas hoy día. Este hilo combina dos propiedades que no suelen aparecer simultáneamente en los materiales artificiales: una gran resistencia mecánica (fuerza necesaria para romper el hilo) comparable a la del mejor acero, y una capacidad de deformación (incremento de la longitud del hilo respecto a su longitud inicial) excepcional, entre diez y cien veces superior a la de cualquier otra fibra.
Diferentes estudios han probado que aun bajo condiciones nominalmente idénticas, la araña es capaz de producir hilos con propiedades mecánicas muy diferentes. Esto supone una ventaja evolutiva evidente, ya que permite a la araña adaptar las propiedades del material a sus necesidades inmediatas.
Las arañas no producen solamente un tipo de tela. Fabrican ¡siete tipos diferentes!
Por lo general, utilizan uno para envolver a sus presas una vez capturadas, otro para tejer un capullo para sus huevos, y cinco tipos para la construcción de las telarañas y otras estructuras, como el caso de las arañas subterráneas, que excavan un hoyo en el suelo y fabrican una trampa o puerta con tierra y seda.
Cada tipo de hilo se produce en hilanderas diferentes, y está compuesto de diversas proteínas.
La tela de una araña está compuesta principalmente de proteínas, es decir, de aminoácidos (que forman dichas proteínas). En el caso de las telarañas, los aminoácidos principales son la glicina y la alanina. La araña los produce por medio de unas glándulas llamadas "hilanderas", en la parte posterior de su abdómen.
Estas glándulas unen las proteínas para crear una seda flexible y resistente. Cuando a esta seda se añade una sustancia pegajosa, el resultado es una "trampa" muy eficiente.
El hilo de una araña puede llegar a ser cinco veces más resistente que un filamento de acero de igual grosor. Incluso se ha dicho que si se tuviera un hilo de araña del grueso de un lápiz, ¡podría llegar a detener un avión Boeing 747 en pleno vuelo!.
Además, el hilo de una araña se puede estirar hasta el 30 por ciento más de su largo original sin romperse. Por lo mismo, está más que comprobado que las telas de araña son unos de los materiales más resistentes que se conocen.